jueves, 10 de septiembre de 2009

Cataluña y Espanya



Hacía tiempo que quería escribir de este tema y movido por la reciente y polémica consulta popular realizada en Arenys de Munt sobre la independencia de Catalunya, me atrevo a poner en digital mi opinión sobre la difícil relación de España con Cataluña y otras naciones que hacen vida dentro del Estado Español bajo la modalidad de Comunidades Autónomas.

Primero que todo quisiera explicar que España es el resultado de innumerables conquistas y convenios matrimoniales que unificaron, desmembraron y reconstruyeron distintos reinos durante la edad media para finalmente formar un conglomerado de reinos, principados y condados conocidos inicialmente como el Reino Hispánico -más no Reino de España- y más adelante (1700) como Reino de España.

Aclaro porque se suele pensar que España es una unidad nacional por el hecho de ser un Estado pero se trata más bien de un país plurinacional (no es el único) dentro del cual conviven, aún con dificultades, castellanos, navarros, aragoneses, andaluces, vascos, gallegos y catalanes, entre otros.

Como en una relación de pareja, la convivencia entre naciones no es tarea fácil, especialmente cuando una de ellas recibe un trato especial respecto a las otras. A lo largo de la historia española, se evidencia el trato desigual que ha recibido Cataluña.

Desde el fin de la Guerra de Sucesión Española en 1714, Cataluña pierde la independencia de la que había disfrutado desde su separación de la corona francesa en el siglo X. Bajo el mandato de Felipe V de Borbón el uso de su idioma fue prohibido oficialmente y no será hasta el siglo IXX que los catalanes volverán a utilizar su lengua en todos los ámbitos de la vida cultural de la nación.

Pero los catalanes sufrirán un nuevo revés durante la dictadura de Primo de Rivera que se supera con la efímera Segunda República, periodo durante el cual los catalanes recuperan la oficialidad de la lengua así como algunas de sus más legendarias instituciones políticas, como es el caso de la Generalitat de Catalunya. Pero la alegría durará poco, tras la Guerra Civil llega la dictadura franquista que vuelve a cercenar las libertades culturales catalanas en pos de una supuesta identidad nacional española.

Muere Franco y vuelven las libertades culturales y políticas a Cataluña, se recuperan la oficialidad de la lengua -el catalán es una lengua co-oficial del estado Español según lo establece su constitución- y sus instituciones políticas.

Pero no todo será felicidad durante la democracia ya que las desigualdades se mantienen. En pos de la solidaridad entre comunidades autónomas, Cataluña no sólo recibe menos dinero del que aporta al fisco, si no que incluso recibe menos que algunas comunidades que aportan muy poco a las arcas nacionales, Madrid y otras comunidades tienen prioridad en la lista de espera de la repartición de infraestructuras (la primera línea del tren de alta velocidad une Madrid con Sevilla), el uso exclusivo del catalán en la escuela como lengua vehicular recibe constantes críticas desde el resto del estado, donde alertan sobre el "peligro" que corre el castellano -no español, ya que España tiene más de una lengua, el castellano es la lengua del antiguo reino de Castilla no de la totalidad de España- en tierras Catalanas, donde -según mi experiencia personal- es el catalán el que mayor riesgo corre.

Lo que trato de explicar con este breve resumen de las vicisitudes que ha sufrido la cultura catalana dentro del estado Español es que no es posible que varias naciones convivan en paz dentro de un mismo Estado si no todas gozan de los mismos derechos y deberes. Me explico con un ejemplo, por qué la enseñanza del castellano es obligatoria en Cataluña y no lo es la enseñanza del catalán, del gallego o del vasco en Madrid, es que acaso la desaparición de cualquiera de estas lenguas sólo significa una pérdida de patrimonio cultural para las comunidades autónomas de las que provienen. Si realmente estas culturas fueran consideradas tan españolas como la castellana, los castellanos se sentirían igualmente afectados por semejante pérdida, pero la realidad es que no es así porque el valor de la cultura castellana tiene un valor superior al de la catalana, la vasca o la gallega en el conjunto del Estado español.

Hasta que el resto de España (incluyo Madrid, Castilla la Mancha, Castilla y León y Extremadura, entre otras) valore como propia la herencia cultural de Cataluña, el País Vasco o Galicia, entre otras, será imposible una convivencia pacífica de todas las naciones que conforman el Estado español. Mientras tanto seguiremos oyendo con más fuerza las voces que demandan la independencia de los pueblos que hoy se ven forzados a hacer vida en desventaja dentro de España.